La Guārdia dels Prats - La llegenda
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ORDEN MERCEDARIA
 

Los últimos siglos de la Edad Media, el sur y el levante español estaban en poder de los árabes y con su vidas en vilo. El Mediterráneo estaba infestado de corsarios turcos y de sarracenos que atacaban a los barcos que desembarcaban en las costas y se llevaban cautivos a muchos.
La cautividad o esclavitud era una calamidad terrible de la humanidad. De cuando en cuando surgían almas generosas y se ponían a actuar. Un santo varón, el clérigo sevillano D. Fernando de Contreras, con la ayuda de la Loca del Sacramento, Doña Teresa Enríquez, y con el aliento de San Juan de Avila, fue una de esas almas generosas en favor de los cautivos.
Otra alma caritativa, suscitada por Dios, fue San Pedro Nolasco, de Barcelona, llamado el Cónsul de la Libertad. Rogaba insistentemente a la Virgen María y se preguntaba cómo poner remedio a tan triste situación.
Pronto empezó a actuar. Vendió cuanto tenía y empezó la compra y rescate de cautivos. La noche del 1 de agosto de 1218, estando Nolasco en oración, se le apareció la Virgen María, le animó en sus intentos y le transmitió el mandato de fundar la Orden Religiosa de la Merced para redención de cautivos. Pocos días después, Nolasco, ayudado por D. Jaime el Conquistador y el consejero real San Raimundo de Peñafort, cumplía el mandato. La Orden de la Merced se fundó en la Catedral Románica de Barcelona, el 10 de agosto de 1218. Los mercedarios se comprometían con un cuarto voto: quedarse como rehenes, si fuera necesario, para liberar a otros más débiles en la fe.
De este modo, a través de los miembros de la Nueva Orden, la Virgen María, Madre y Corredentora, Mediadora de todas las Gracias, aliviaría a sus hijos cautivos y a todos los que suspiraban a ella, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. A todos daría la merced de su favor.
La Virgen María será invocada desde ahora la advocación de la Merced, o más bello todavía en plural: Santa María de las Mercedes, indicando así la abundancia incontable de sus gracias. ¡Hermosa advocación y hermoso nombre el de Mercedes!
Santa María de las Mercedes concedería a sus hijos la merced de la liberación. Alfonso X el Sabio decía que "sacar a los hombres de captivo es cosa que place mucho a Dios, porque es obra de la Merced".
Bajo la protección de la Virgen de la Merced, los frailes mercedarios realizaron una labor ingente. Ingentes fueron también los sufrimientos de San Pedro Nolasco, San Ramón Nonato y San Pedro Armengol. Y no faltaron mártires como San Serapio, San Pedro Pascual y otros muchos.
El culto a Nuestra Señora de la Merced se extendió muy pronto por Cataluña y por toda España, por Francia y por Italia, a partir del siglo XIII.
Gregorio IX, desde Perusa, confirmó solemnemente la Orden de la Merced el 17 de enero de 1235. Tuvo Constituciones propias de una Orden Laical, y siguió la Regla de San Agustín.
En el año 1265 aparecieron las primera monjas mercedarias. Los mercedarios estuvieron entre los primeros misioneros de América.
En Asamblea electiva, los 259 frailes mercedarios -laicos y clérigos- manifiestan su deseo mayoritario en elegir a un General clérigo, en 1317, un siglo después de la fundación. Raimundo Albert, nuevo General, mandó redactar nuevas Constituciones (1327). Desde entonces, la Merced es canónicamente Orden clerical, aunque admita "Hermanos seglares como Religiosos", en igualdad fraterna.

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SAN PEDRO ARMENGOL
Festividad: 27 de Abril

Nació en La Guardia dels Prats en Tarragona, España. Miembro de la familia catalana de los condes de Urgel.
De joven llevó una vida desordenada, incluso perteneció a una banda de asaltantes.
Su vida sufrió un giró radical cuando en un asalto tuvo que enfrentarse a su padre, enviado por el rey Don Jaime I  para limpiar de bandidos la ruta de Valencia a Montpellier.
Arrepentido y a fin de expiar sus errores ingresa a la Orden Mercedaria, la cual ofrecía a sus monjes como rehenes a cambio de prisioneros seglares, capturados por los moros. Esta misión la llevó a cabo varias veces; sin embargo, en una ocasión no llegó a tiempo el dinero exigido para su liberación, por lo cual se le sentenció a morir en la horca.
En el momento de su ejecución invocó el amparo de la Virgen María, por lo que pasó colgado varios días, hasta que llegó un fraile con el monto de su rescate. A partir de este hecho su cuello quedó torcido.
Vivió las últimas cuatro décadas de su vida retirado en el convento de Santa María dels Prats, dedicado a la penitencia y oración. Finalmente murió a edad muy avanzada en Barcelona, el año 1304.

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Sant Pere Armengol

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ESCUDO MERCEDARIO

Jaime I de Aragón el Conquistador, al fundar la Orden de la Merced, juntamente con San Pedro Nolasco, el 10 de agosto de 1218, con su autoridad real creó para su Orden un hábito o escudo, colocando la Cruz militar de plata en campos gules sobre sus propias armas reales.
En el Diploma Real de Zaragoza se expresa así: “....confirmamos .... aquel hábito o distintivo, el cual, por otra parte, vosotros venís ya usándolo, es a saber: nuestro propio escudo real con la cruz blanca encima”. Se refiere al escudo creado por él al fundar la Orden.
Pedro IV de Aragón el Ceremonioso, el Rey Historiador, en su carta al Papa Inocencio VI, de 1358, describe en admirable síntesis la fundación de la Orden por Jaime I y la creación del escudo, por haberlo leído así en las actas y en otros documentos auténticos y dignos de fe.
Afirma que la ceremonia se realizó en el altar de Santa Eulalia, en la Catedral de Barcelona, donde el Rey fundó la Orden Mercedaria de frailes laicos o caballeros, para los cuales, en el mismo acto, creó un hábito y se los impuso, es, a saber, un pequeño escudo con el signo de la Santa Cruz en el cuartel superior y en el inferior sus propias armas reales, entonces del Rey Conquistador, dice Pedro IV, y ahora suyas.
Algunos Reyes de Aragón, patronos de la Orden, entre ellos: Alfonso IV, la Reina María de Aragón y Fernando II afirman que el Rey Conquistador, en uso de facultades o privilegios apostólicos, realizó aquel acto, cuya trascendencia había de ser de positivos resultados en la redención de los cautivos cristianos, que arrastraban cadenas de dominios musulmanes.

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